Según el médico norteamericano Peter J. D´Adamo, considera que cada persona debe alimentarse según su tipo de sangre, pues de acuerdo a esto, los alimentos pueden ser benéficos, neutros y perjudiciales, así como aquellos que permiten subir y bajar de peso. 

Tipo O. 

Las personas de este grupo tienen un sistema inmunitario potente y muy activo, tendencia a una actividad tiroidea lenta, dificultad de adaptación a nuevas condiciones ambientales y nutricionales.

Para ellos es muy conveniente consumir alimentos como, pescados, aceites, frutas y verduras, frutos secos, pollo,  pavo, conejo, perdiz, langosta, mantequilla, cerveza, vinos blanco y tinto, quesos frescos magros.

Y deben evitar el consumo coliflor, las berenjenas, papas, cerdo, salmón ahumado, pulpo, leche, lentejas, avena, repollo, aceitunas, naranjas, fresas, zumo de manzana, vinagre, pimienta negra, plátanos, café (incluso descafeinado), té y bebidas gaseosas. 

Tipo A. 

Presentan un sistema inmunitario vulnerable, una buena adaptación a condiciones ambientales y nutritivas estables, un aparato digestivo frágil que no tolera la carne, la harina de trigo, la leche y los lácteos, y al que le va mejor una dieta vegetariana rica en cereales y legumbres.

Asimismo debe consumir pollo, pavo, queso de cabra, aceite de hígado de bacalao, almendras, arroz salvaje, coliflor, apio, manzanas, uvas, melones, peras, melocotones, té de diente de león, vino blanco.

Y debe reducir el consumo de carnes, anchoas, almejas, quesos, papas, plátanos, tomates, cerveza, licores, los embutido.